Antes, siempre buscaba la solución más rápida para cualquier dolencia: la fiebre, el resfriado o el eczema me llevaban al botiquín. Lo que hacía era poner tiritas a problemas más profundos, un hábito en el que muchos caemos sin darnos cuenta. Este enfoque me parecía bien hasta que le falló por completo a mi hijo y me obligó a buscar soluciones más profundas y significativas. Fue entonces cuando me topé con el enfoque holístico.
Ahora, después de tres o cuatro años de vivir de esta manera, no puedo imaginar volver atrás. Pero, ¿por qué es importante el enfoque holístico? Tiene en cuenta todas las facetas de la vida: nuestro estado físico, emocional e incluso nuestro entorno. Esta perspectiva integral nos permite abordar no sólo los síntomas que sentimos, sino las causas subyacentes de nuestro malestar.
Adoptar este enfoque me ha enseñado el valor de la paciencia y la minuciosidad. Me ha demostrado que comprender los "porqués" de nuestros problemas de salud y cuestionar las soluciones rápidas habituales puede llevarnos a soluciones más eficaces y duraderas. Tomarse el tiempo necesario para abordar los problemas de forma holística no sólo trata los síntomas inmediatos, sino que también allana el camino para una curación más profunda y sostenible.
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